Los posts del blog

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28 de diciembre de 2009

Feliz día de los inocentes, Lennon (por Alicia)

Según el diccionario de la RAE, inocente es alguien libre de culpa; cándido, sin malicia, fácil de engañar; que no daña, que no es nocivo, ...y sin duda tú eres todo eso, pequeño ángel, así que tus dueños queremos desearte un muy FELIZ DÍA DE LOS INOCENTES!!!


16 de diciembre de 2009

Postal de Navidad


Con todo nuestro cariño, para todos vosotros, amigos humanos y perrunos, os queremos desear para el próximo año 2010....
mucha salud de parte de Alicia,
trabajo para todos de parte de Cami,
que los Reyes os dejen muchos regalos bonitos y divertidos de parte de Asier
y de mi parte que no os falten buenas comidas, largos paseos y alguien a quien querer.

¡¡¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!!!

3 de diciembre de 2009

Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…


Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial – un organismo dependiente del ministerio de Cultura -, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.

Este manifiesto lo suscribimos "de pe a pa", Lennon y Alicia, autores y gestores de este blog. Un saludo a todos.

21 de octubre de 2009

Mis vacaciones de verano en imágenes y pocas palabras

El verano comenzó bien, con un regalo de mis dueños, una chapa azul contra el abandono y el maltrato animal, vamos, que me he convertido en un perro abanderado de las causas justas ... sinceramente hubiera preferido que me regalaran una salchicha, pero como me han educado bien, me lo callo y pongo cara de agradecido para la foto.




En verano los días son más largos y más cortas las horas de trabajo de mi dueña, lo que se traduce en que pasamos más tiempo juntos.






A mediados del mes de julio llegó Asier...



Y con él llegó el escándalo, la diversión y los largos días de marcha sin parar ....

I like to move it move it






I like to move it move it






Ya like tooo






mooove iiiit




A mediados de agosto cambiamos el paisaje isleño por el continental y nos fuimos todos juntitos a Galicia, al pueblo de los padres de Camilo, Sandiás, “mi lugar en el mundo”, ese sitio tan especial en el que estás completamente en sintonía con todo lo que te rodea, con la naturaleza, con los vecinos, con el clima, con mis otros congéneres ... y también ejem ejem ... con las pulgas. En el pueblo no hay macho que me ladre, perrita que se me resista, ni niños o mayores que no tengan una palabra o gesto cariñoso conmigo, ... snif snif lo echo tanto de menos ... bueno, las pulgas no las echo de menos. Pongo unas fotos.

Con los niños del pueblo


Aquí con “el consejo de mayores”


Y aquí con el cuñado, ... el que cortaba el jamón ... qué gran amistad hicimos!!!


Ah, y esta es Mica, una prima gata que tengo, coincidimos allí, en el pueblo, es requeteguapa
¿a que sí?



Pero las vacaciones se acabaron y aunque sólo hace un mes y medio que volvimos de Galicia a mí se me antoja que hace un lustro de eso, ahora se ha impuesto la rutina, ese hacer todos los días lo mismo, las mismas ocupaciones y entretenimientos durante las largas horas en casa, ya sabeis a que me refiero, a lo que hacemos normalmente todos los perros ....

darle a la pelota


darle al espionaje


y ...bueno, ... darle


28 de julio de 2009

El que tiene un trabajo, tiene un tesoro

En estos tiempos de crisis que corren, he decidido dar un giro a mi vida y colaborar con mi familia. Me he buscado un trabajo. No ha sido algo profundamente meditado, sino más bien ha surgido de forma natural, ya no soy un cachorro y la verdad es que me empezaba a dar vergüenza andar todo el día ganduleando por casa para luego irme de ronda con la pandilla por las tardes y así día tras día. Eso se acabó, he madurado y me he buscado un curro. Desde hace una semana soy vigilante de seguridad, ... segurita, segurata o segureta, pa’ que se entienda!. Mi trabajo consiste básicamente, como su nombre indica, en vigilar, estar alerta, no dejar pasar ni una, acechar cualquier incidencia o hecho fuera de lo normal, vivir en vilo. ¿Y para qué vigilar? Para proteger a Asier. Me ha dado por ahí.

Mi dueña dice que me olvide del tema, que no hace falta que curre, que ya ellos se encargan, que me relaje y disfrute, que se me ve agobiado, pero yo le he dado un sentido a mi vida y me siento muy contento con mi nuevo cargo. Es verdad que es estresante, porque es un curro de 24 horas y lo mismo, hasta en el ratito que paras a comer, tienes de improviso que dejarlo todo para salir corriendo a tu puesto, o estás tan relajado durmiendo una siestita y de pronto sucede algo que demanda tu presencia urgente para evitar que le ocurran al niño males mayores, es así, pero me siento útil para la familia y Asier está feliz y orgulloso de mí. Para precisar más, detallaré algunas situaciones con las que me enfrento diariamente: si Asier está jugando en la terraza y salen a la terraza de al lado los vecinos, pues yo me asomo y ladro un poco para que sepan que no deben meter ruido ni molestar al niño (luego cuando me los cruzo en el pasillo pues no les ladro, porque la verdad es que son unos vecinos muy majos), si estamos de fiestas populares y tiran un cohete y me asustan al niño, me pongo como un basilisco por haberle dado tremendo susto, si Asier está jugando en casa y la vecina de arriba anda taconeando o rodando muebles sin ton ni son, pues también le hago saber mi total disconformidad; si está viendo la tele y ponen el video de "Thriller" que le da mucho miedo, yo ladro al aire porque huelo el miedo y aunque no entiendo bien lo que pasa, no me gusta un pelo como se siente el niño; y así un montón de situaciones en las que actúo con eficacia y contundencia, desarrollando las funciones que mi puesto conlleva.
Cuando más se me acumula el trabajo es cuando salimos a pasear y Asier se lleva la bicicleta, entonces me tengo que multiplicar por dos, porque no puedo estar atento a todo, basta que me distraiga un momento, a echar un pis o a olisquearle el culete a una amiga, para que, cuando me gire, ya no lo vea o si lo veo, resulta que anda muy lejos de nosotros y todo embalado dando pedales, qué nervios me hace coger, allá que me voy corriendo como un loco y no paro hasta llegar a su lado, pero es que el muy cabrito se mea de la risa y de nuevo sale disparado pedaleando en otra dirección y otra vez, pobre de mí, carrera para no perderlo de vista. La semana pasada se dio una leche de aupa y, puedo decir con orgullo que fui el primero que llegó a su lado a confortarlo. Toda la familia me lo supo valorar. Esa es la mejor recompensa que tengo.

15 de julio de 2009

Ya está aquí

¡Ya ha llegado Asier! Qué alegría el domingo cuando lo vi aparecer por la puerta del aeropuerto, mucho más porque no lo esperaba, sabía que ibamos a allí para hacer algo importante, lo notaba en la actitud de Alicia, pero esperaba más bien encontrarme sólo con Camilo porque hacía dos días que no se sabía nada de él por casa y a mí eso me tenía preocupado. Pero esa tarde, cuando fuimos al aeropuerto, no sólo encontramos a mi dueño, sino que estaba también Asier. Qué fiesta montamos delante de todo el mundo. Me gusta mucho Asier porque es como yo, un perro estupendo, me refiero a que es alegre, juguetón y cariñoso, y además me gusta porque cuando está conmigo siempre anda a cuatro patas por el suelo. Tanto es así, que se tiró al suelo en el aeropuerto cuando nos encontramos, qué espectáculo dimos de besos, lametones y abrazos. Eso sí, llevamos dos días juntos y ya estoy agotado, vaya energía que trae, se me han acabado las siestas y las largas horas de contemplación mística a las que me abandonaba normalmente durante el día, no hay tiempo que perder, nos queda un mes y medio por delante y desde luego que este jovencito viene dispuesto a aprovechar el tiempo y por supuesto a hacerlo junto a su mejor compañero de juegos, que soy yo, tengo que estar al nivel. Vaya veranito nos espera.

1 de julio de 2009

Las siestas de los fines de semana

Soy un perro dormilón, las cosas hay que decirlas como son. Me encanta dormir horas y horas, a veces profundamente, pero igual me puedo pegar echado y simplemente adormilado gran parte del día, con el ojo avizor a todo lo que se cuece en la casa, pero sin inmutarme. Los perros somos animales de costumbres y la verdad es que somos felices con nuestras costumbres, no nos aburrimos con las rutinas como los humanos, qué va, perfeccionamos las rutinas y terminamos siendo unos maestros en la ejecución de nuestros hábitos diarios. A mí hay rutinas que me gustan mucho, de las que más la de dormir la siesta con Alicia los fines de semana. Este fin de semana batimos un record, tres horas durmiendo plácidamente. Es una gozada pasar las horas de más calor del día durmiendo al fresquito de la habitación con las ventanas abiertas. Alicia y yo somos del mismo talante, de talante gandul, vaya, somos flojitos, no somos voluntariosos ni trabajadores, sino más bien holgazanes y dados al cachondeo, eso sí, si se trata de juegos y fiesta somos los primeros que nos apuntamos, pero si no, lo nuestro es la posición horizontal, tenemos los biorritmos sincronizados, así que es ella con la que me siento más cómodo a lo largo del día. Camilo es más enérgico e incansable, trasnochador y siempre ocupado en algo importantísimo, ahora en el momento en que ese algo importantísimo paso a ser yo, entonces es una pasada porque juega conmigo sin descanso ni tregua, al 100%, y terminamos los dos agotados. El caso es que Camilo no duerme siesta, pero nosotros dos sí, así que hemos terminado convirtiendo esos ratitos de dormir juntos el fin de semana en una especie de comunión conjunta.

Después de comer nos miramos, Alicia me pregunta: “¿vamos a dormir un poquito, Lennon?”, yo me pongo de pie y la miro, levanto las orejas con atención, ella va a la cocina, yo me voy a la puerta de la habitación, la oigo beber agua, la espero, ya viene, entro y de un salto me pongo en la cama, entra, la miro, me acurruco en el sitio de Camilo, me mira, me da un empujoncito porque siempre le parece que estoy invadiendo su lado, es verdad, me pongo cerca adrede, me hago el loco, me rueda, me hago el peso muerto, se ríe, me hago el loco un poco más, se acuesta al lado mío empujándome hasta colocarme donde quiere, me dejo llevar y nos damos un beso, primero me lo da ella y luego se lo doy yo, entonces me hago el dormido pero no duermo, espero que se duerma ella, no para quieta, ahora a la izquierda, ahora vuelta a la derecha, le da puñetazos a la almohada, y yo haciéndome el dormido, pero como si estuviera en una montaña rusa, toda la cama se mueve, al final encuentra la postura, se deja dormir, entonces la miro, me levanto despacito sin hacer ruido y pienso: ¡ahí te quedas, prefiero dormir en el suelo, que está más fresquito!. Y así todos los fines de semana.

29 de junio de 2009

Carambolas

Si me dieran a elegir, los elegiría sin dudarlo. Sin embargo, la historia de que mis dueños me eligieran a mí es una historia más bien confusa. Me gustaría pensar que siempre quisieron tener un perrito como yo, un cocker rubio y más chulo que un ocho, pero no es así.
El comienzo de la historia es muy sencillo, tenemos a una pareja de maduritos, Camilo y Alicia, que emprenden una vida juntos y que esperan sea muy feliz, a ambos le gustan los perros, pero sólo uno, ella, quiere tener perro, él no quiere, el casero del piso en el que viven tampoco quiere. Llegados a este punto sin salida, ella se consuela mirando las páginas de las protectoras y buscando anuncios de animales con fotos, así pasa horas durante meses, viendo fotos de perritos y soñando con tener uno de ellos, cualquiera le vale. Toda las fotos se las va enviando al correo electrónico de su pareja, sin desistir, día tras día durante meses, la muy puñetera, hasta 5 correos diarios con fotos de perros adorables y mirada tierna. Evidentemente, eso no hay ser humano que lo resista sin que se le ablande el corazón, y ahí fue cuando Camilo durante un paseo y tras cruzarse con un cocker dijo las palabras clave que me pondrían a mí en el camino de sus vidas, dijo algo así: “si tuviera un perro, lo más pequeño que aceptaría que fuera sería un cocker, es un perro precioso y simpático para su tamaño”. Alicia sólo le contestó, “sí, es verdad, son muy bonitos”, pero dentro de su cabeza los cielos se habían abierto, sonaban campanas y a lo lejos cantaba un coro: Aleluyaaa!!!. Camilo aceptaba tener un perro, un perro en concreto, pero en definitiva un perro. Ahora sabía el camino, sólo había que hilar fino y la oportunidad perfecta no tardaría en llegar.
El viernes 6 de julio de 2007 se publicaba, en una página de anuncios por internet, una foto de mi mamá, conmigo y mis hermanos, teníamos una semana de nacidos y buscaban dueños para nosotros. Mi mamá estaba guapísima en la foto, su mirada noble y limpia traspasaba la pantalla y cuando Alicia la vió, supo que era ella, sólo ella, la que podía terminar de doblegar el corazón a Camilo. Le envío la foto al correo electrónico. Cinco minutos después sonaba el teléfono, era él: “Venga, sí, ¿quieres uno de esos perritos? Pues vale, sí,”. Ese momento es inolvidable, ese momento en que toman la decisión y hablan rápido y se preguntan y se responden, y se ríen y se vuelven a preguntar si están seguros y se vuelven a decir que sí, que quieren a uno de esos perritos, ese momento es uno de los más felices de sus vidas ... pero entonces .... ella dice, una hembra, y él que no, un macho, y ella dice que prefiere hembra y él que no, que ya tuvo una, y ella que no, que ha tenido 4 machos, que no y que no, pues tú verás, pero hembra no, ¿hembra no? ... bueno, vale, que voy a llamar enseguida, bien, ah, y que sea dorado, .... ¡jolín, parece mentira, te recuerdo que tú no querías tener un perro!. Cuando Alicia llamó, todas las dudas estaban aclaradas, las conjunciones planetarias se habían aliado conmigo, el único resultado posible de esas decisiones era yo, el menda, el único macho dorado de toda la camada.
Después hubo que convencer también al casero, pero eso dice Alicia que fue muy fácil, mucho más que convencer a Camilo que le llevo varios meses, el tiempo necesario para que viniera yo al mundo.

19 de junio de 2009

Mi cumpleaños ideal

Se acerca mi segundo cumpleaños, ...qué rápido pasa el tiempo. Hace poco le oí comentar a Camilo que según un cuadro comparativo de edades perrunas y humanas que vio en la clínica veterinaria, un perro de tamaño mediano, como soy yo, de dos años de edad, sería algo así como un humano de 23. Y entonces, después del comentario, los dos me miraron y se emocionaron, es que ya soy todo un mozo. El año pasado no se olvidaron de mi cumpleaños, pero la verdad es que no hicieron nada especial para celebrarlo, sin embargo este año he oído rumores de tartas y restaurantes, cosas estas que no me parecen nada mal, pero aún así voy a atreverme a sugerir lo que realmente me gustaría tener el día de mi cumpleaños.

Me gustaría hacer una fiesta en casa para perros y humanos, me gustaría que vinieran todos los perritos del vecindario y también todos los coleguitas cockers del foro, por supuesto todos sus dueños estarían invitados. Pondríamos una piñata llena de galletas, tiras de bacon, orejas de cerdo, patitos de goma y funtastics (es mi golosina preferida), y claro serían nuestros dueños los encargados de romperla, pero nosotros los encargados de rapiñarla. Me gustaría que pusieran una piscina inflable llena de agua para los que gusten de darse un remojón, sobre todo para que se bañen las perritas, ... ¡es que están tan lindas todas mojaditas!. También sería una pasada poder contar con una pista americana o un castillo hinchable de esos que sólo dejan usar a los niños, pero que siempre me han producido un desconsuelo tremendo porque me da que tiene que ser una pasada correr por ahí y mucho más morder todo ese plástico junto. Y por supuestísimo que para comer he pensado en un menú conjunto, algo que podamos compartir perros y humanos, sin andar con tonterías, que un día es un día y ya comeremos pienso el resto del año. Este es el menú:

Espero que esta sugerencia no caiga en saco roto y si no es posible para mi segundo cumpleaños sí que me gustaría algún día poder permitirme dar esa fiesta, sería el anfitrión más feliz del mundo, y si además todos vienen con un regalito, mejor que mejor.

11 de junio de 2009

Comunicado de baja temporal

Estimados lectores, como algunos ya saben, el pásado sábado 6 de junio, el autor y administrador principal de este blog sufrió un percance propio del típico “chuloplaya” cuando se dedicó a hacer derrapes y otras tonterías, en una playa de piedras, para impresionar a una guapísima cocker rubia que, por lo demás, no le hacía ni caso y seguía muy ufana jugando con su pelota. Como consecuencia de estos alardes, Lennon sufre una rotura parcial del ligamento anterior de la rodilla trasera izquierda, lo cual le origina una cojera que, aunque en primera instancia era continua y bastante acusada, con el paso de los días y gracias a la medicación se ha convertido en intermitente, aunque aún es notoria. Su veterinaria le ha prescrito reposo absoluto y le ha marcado una pauta de medicación que combina antiinflamatorios y relajantes musculares durante 15 días. Es por todo esto que, lamento comunicarles nuestra decisión de darle de baja de sus obligaciones con este blog mientras dure su recuperación, no tanto porque el estado de su pata le impida teclear, sino más bien por el profundo estado de somnolencia y la consecuente disminución de cualquier tipo de actividad intelectual y creativa que le provocan las pastillas que está tomando. Un saludo cordial de los dueños de Lennon (Camilo y Alicia).

4 de junio de 2009

Reflexiones de un perro en un día de calor


Ya han llegado los días sofocantes y de mucho calor. Lo llevo fatal. Esta mañana salí a pasear y hacía tal bochorno que no me daban ganas de ná, ni de olisquear, ni de jugar, ni de levantar la pata, cualquier pequeño esfuerzo me parecía agotador bajo el sol, así que opté por buscar la sombra que daba un letrero y echarme un ratito para desesperación de Alicia, porque esta mujer siempre que me saca de paseo y no cago se desespera, a mí no me parece normal. De hecho, me llama mucho la atención la tremenda obsesión que tienen los humanos por nuestras deposiciones, una obsesión enfermiza, nos hacen fiestas cuando cagamos y luego nos recogen las cacas meticulosamente y las guardan en bolsas, en ocasiones incluso los he visto observarlas de forma minuciosa antes de recogerlas, además se pueden pasar horas hablando con los dueños de otros perros sobre este mismo tema, sobre la consistencia, el color y el olor de nuestras cacas. Increible. Increible y vergonzoso, porque anda que no da corte estar metido en faena y tener a tus dueños con el ojo clavado y eso si no está todo el grupo de dueños reunidos y comentando la jugada: “Mira, ya va a cagar el Lennon” “Qué suerte porque el mío no ha cagado aún” “¿Y por qué tiene ese color tan rojo? ¿Qué le das de comer?” “Está malito porque las veo un poco blandas”, ... pero coño, un poco de empatía, señores, pónganse en mi lugar, uno hace lo que puede. Mis dueños siempre dicen que se me pone cara de tonto cuando cago, hombre, como para no poner cara de tonto con ese panorama alrededor.
Bueno, el caso es que esta mañana hacía tanto calor que no cagué y ahora estoy aquí en casa, tumbado en la cama, pensando en estas tonterías y me están dando ganas, pero me voy a aguantar porque no me apetece volver a salir a la calle hasta que no refresque.

28 de mayo de 2009

Lennon "el trotamontes"

Pocas cosas me emocionan más que ver a mis dueños sacando del armario la mochila, los bastones, las botas, las cantimploras, la linterna, las brújulas, y toda la parafernalia que suelen cargar encima cuando ¡¡¡NOS VAMOS DE EXCURSIOOON!!!
Es una gozada salir a caminar por el monte. Llego agotado, eso así, pero es una experiencia única. La primera vez que salí aún no había cumplido un año, a ellos les hubiera gustado llevarme antes, pero tenían miedo de que no aguantara el ritmo. Fuimos a una pista forestal, era un camino llano, y sólo al principio y al final tuvimos que coger tramos de mucha pendiente, no querían abusar, sólo ponerme a prueba a ver que tal me comportaba. Pues bien, si ese día ellos caminaron 8 km, yo me hice 16 porque andaba corriendo de acá para allá, iba y volvía, de derecha a izquierda, los pasaba a toda leche corriendo y luego me volvía atrás para de nuevo adelantarlos a toda leche, qué gozada, qué olores, qué de verde, qué sonidos, ... qué bocadillos llevaron y compartieron conmigo. Nunca lo olvidaré.


Hemos repetido en más ocasiones, aunque no en tantas como a mí me hubiera gustado, pero estos humanos siempre se lían con cosas que les parecen más importantes como limpiar la casa, ir al super, poner lavadoras, arreglar aparatos y muebles rotos, qué se yo, siempre tienen algo que hacer. A mí me dicen de ir al monte de excursión y lo pospongo todo, anulo todas mis obligaciones y me olvido de cualquier deber inexcusable, ... si tuviera deberes y obligaciones, que no es el caso. Bien, pues eso, que desde aquí dejo constancia (por si lo leen mis dueños, que sí que lo leerán) de que no salgo al monte todo lo que me gustaría, pero cada vez que salgo lo disfruto a tope.

He caminado por el Parque Nacional del Teide, el Monte de la Esperanza y el de las Mercedes y si tengo que elegir me quedo con este último, mucho más fresco y verde, aunque correr encima de la pinocha y jugar con las piñas del pinar de la Esperanza también es muy divertido. Sólo en una ocasión lo he pasado un pelín mal. Ese día hacía mucho calor y el sendero era muy polvoriento, lo cual no es nada de agradecer para alguien que camina con su cara a menos de 50 cm del suelo. Para colmo, todo el camino de vuelta lo hicimos Alicia y yo con las ruedas pinchadas, ella porque se le rompió la bota y avanzaba arrastrando media suela, yo porque iba con un tirón muscular y algo cojito. Llegamos completamente derrengados a casa, pero felices porque no hay nada más enriquecedor para una persona y un animal que el descubrimiento de la naturaleza, de los distintos tipos de plantas, piedras, árboles y bichos que hay por doquier en este mundo tan bonito.

En verano, cuando Asier pasa sus vacaciones con nosotros, también nos hemos ido de excursión y aunque no caminamos tanto, ni nos alejamos demasiado de la civilización, he de decir que me lo paso aún mejor porque Asier y yo somos espíritus totalmente afines y nuestros intereses por el juego y la exploración van a la par. El único problema es que mis dueños no confían plenamente en nosotros y no nos dejan loquear todo lo que nos gustaría, pero no nos importa, nos basta una roca grande y alta a la que subir para sentirnos como Edmund Hillary y el sherpa Tenzing en la cima del Everest.


26 de mayo de 2009

La peluquería

¡¡¡Horreur!!! Mañana me llevan a la peluquería. Es una pésima noticia, sólo podría ser superada por la aún peor noticia de que mañana no me llevan a la peluquería sino que me bañan y me pelan en casa ¡¡¡aaargghhh!!! Qué pesados son los humanos con tanto bañito, tanto peinadito, tanta carda y cepillo, tanta tijerita, tanto estilismo, ... tanta tontería, en definitiva. Y además se lo plantean con una disciplina espartana que asusta, hala, cada dos semanas baño, hágame o no me haga falta, no tienen compasión, puedo poner mi mejor cara de perrito desvalido y asustado que ni caso, qué desalmados.
A mí no me gusta el agua, no, lo repito, no me gusta el agua, que quede claro, ni la de la ducha ni la del mar, me paraliza, me incomoda, me resulta una experiencia desagradable y encima tengo que aguantar los comentarios de todos los vecinos sobre la legendaria fama de los cockers como perros aficionados a la natación y al baño. Mentira cochina. A mí me encanta la playa, no el mar; a mí me gusta la bañera para dormir y antes, cuando cabía, también me gustaba el bidé, pero desde luego que estando vacíos y con los grifos bien cerrados.
No conozco peor sensación en el mundo que la de estar empapado de agua, todo húmedo, con los pelos repegados y chorreando.... bueno, sí que se me ocurre una sensación peor, la de que te sequen con secador, ahí, venga, un chorro de aire caliente a todo meter bajo un ruido infernal. Cuando has pasado por todo eso y lo único que quieres es irte tranquilo a un rincón donde olvidar y recuperar tu dignidad perruna, pues no te dejan, no, todavía te mortifican un rato más con cepilladitos y tijeritas. Un infierno. No quiero, no quiero, no quiero ir mañana a la peluquería, buuuuaaaaaa!!!

22 de mayo de 2009

La soledad


La soledad es ver salir a tus dueños por la puerta de casa y quedarte tú dentro. No hay nada más desolador que una casa vacía de personas. Todo lo que antes parecía divertido y luminoso se convierte en aburrido y sombrío desde el momento en que se cierra la puerta y quedas allí solo. Antes, cuando era un cachorrín, me ponía muy nervioso en esa situación, daba vueltas sin parar y me subía a mesas y sillas, tirando todo lo que encontraba a mi paso, luego me entretenía mordiendo papeles, muebles, cargadores de móviles, gafas, ... cualquier cosa no comestible me valía. Para rematar la faena y hacer valer mi total disconformidad, me cagaba en todo. Lo cierto es que no conseguía tranquilizarme y además normalmente las caras de mis dueños eran todo un poema cuando regresaban.
Con el tiempo me di cuenta de que ellos también lo pasaban mal cuando tenían que salir sin mí y de que se alegraban mucho al volver a mi lado. La pobre Alicia, incluso pasó una época entrando y saliendo cada 5 minutos de casa para acostumbrarse a mi ausencia. Me meaba de risa de verla entrar y salir intentando fingir que no me veía, se hacía la dura, pero los perros olemos no sólo la piel, sino también el corazón de las personas, y yo terminé entendiendo que sufrían por mí cada vez que salían, que cada papel roto, cada caca en el piso, cada nuevo destrozo eran una preocupación añadida a su pesar, la próxima vez que salieran se irían aún más tristes y nerviosos.

Cambié. Sí. De un día para otro. Me dio tanta pena de ellos el día que me dejaron las luces, la tele, la radio y creo que hasta el ordenador encendido para hacerme compañía, que decidí que les iba a demostrar que estaba bien cuando ellos se iban, que no pasaba nada por quedarme sólo, que a mí no me hacen falta engaños. Si se tienen que ir, pues que se vayan, ya nos veremos a la vuelta, ... además no iba a permitir que gastaran en luz lo que podían gastarse en comprarme orejas de cerdo.Nunca más hubo un destrozo en casa, nunca más una caca o un pis que limpiar a su vuelta, ni un papel fuera de su sitio, lo único que encuentran ahora cuando regresan es a un perro encantado y feliz de volverlos a ver.

Aún así, lo paso mál, me aburro y me siento muy sólo, intento dormir y no lo consigo, me concentró en los ruidos del pasillo, de la escalera, de los ascensores, me olvido de comer y de beber, y sólo cuando oigo sus pasos y voces acercándose a casa vuelvo a recuperar todas mis constantes vitales y la soledad oscura y aburrida de la casa vacía se transforma en la alegría loca y luminosa de un hogar con perro cuando regresan sus dueños.

13 de mayo de 2009

Miflor


Miflor es una perrita negra, no tiene raza definida, ni nada que se le parezca, ella es única y si a primera vista todos se apuntan a decir que parece un schnauzer, o un caniche o que tiene orejas de cocker, luego, cuando la conocen y la tratan, todos terminan afirmando que como Miflor no hay ningún perro. Es mi amor, no mi amor platónico, sino mi amor terrenal, mi pasión forjada a base de revolcones, mordiscos y lametones. Es mi amiga, mi compañera de juegos, mi complice de mil fechorías y mi locura en las noches de sus celos.

El día que conocí a Miflor fue uno de los más felices de mi vida. Era la mañana de mi primer paseo oficial. Ya había salido antes de paseo, pero nunca en lo que sería mi sitio habitual, ese gran solar al lado del mar en el que por turnos, y atendiendo a los horarios de nuestros dueños, nos vamos juntando diariamente todos los perros del vecindario. Todavía eramos cachorros, yo tenía 5 meses y ella era dos meses mayor que yo. La conocía de lejos, de vista, pues aunque aún no paseaba por el solar , ya tenía afición a observar desde el balcón a todos los perritos del vecindario que sí lo hacían y era imposible no fijarse en ella, tan bonita, tan morena. Cuando esa mañana salí a la calle, sabiendo que ya era todo posible, que me dejaban ir a por todas, olisquear y correr por donde quisiera, era el perrito más feliz del mundo, pero cuando la vi a lo lejos entonces sí que el corazón casi se me sale del pecho, no lo pensé, tiré como un loco hasta que mi dueña comprendió hacia donde quería ir, se rió y me soltó. Corrí con todas las fuerzas que me daban mis piernas hasta que llegué a su lado y sin dejarla reaccionar, me lancé a besarle los morros desesperado, se quedó paradita, atónita, pero enseguida me respondió con más besos y lametones, y, coquetuela y alegre como es, se lanzó a correr provocándome para que la pillara, pasamos así más de una hora, en un tira y afloja de peleas, carreras, abrazos, lametones y mordisquitos que no nos dejó exhaustos, sino con ganas de más.

Con el tiempo nuestra relación fue cada vez más intensa, igual que también fue cada vez mayor la amistad entre nuestras dueñas. Nos buscábamos e intentábamos siempre aprovechar al máximo los ratitos en los que estábamos juntos. Me acostumbré a vigilar desde al balcón sus salidas y avisar a mis dueños desesperadamente para que me sacaran en ese momento de paseo. Ellos consentían, aunque no hiciera ni 10 minutos que acabáramos de regresar. Eramos una pareja perfecta, incluso se reunían a nuestro alrededor otros perros con sus dueños para vernos jugar, un espectáculo digno de ver, como también lo era el espectáculo que daban nuestras dueñas intentando pillarnos para hacernos regresar a casa.

Durante nuestra infancia y más tierna juventud fuimos inseparables, sólo dejamos de vernos los días en que estuve convaleciente de mi caida. Teníamos más amigos, una pandilla cojonuda, y no siempre jugábamos y correteábamos solos, pero entre nosotros se forjó una relación especial que supera el entendimiento de cualquier humano. La amo y la admiro porque Miflor no sólo es guapa, además es lista, divertida, rápida como un rayo cuando corre, valiente y aventurera, es buena y noble, cariñosa, dulce y mimosa, y, aunque mis dueños dicen que siempre anda un poco guarrilla, a mí su olor me enloquece. Ella siente también por mí un amor incondicional y a pesar de que a medida que me he hecho mayor puede conmigo la tentación que supone la presencia de otras perritas, a las que irremediablemente intento camelar y llevar al huerto, ella no me lo tiene en cuenta, ni se enfada, me mira alegre y espera porque sabe que siempre regreso a su lado para terminar agotados de tantos besos y lametones que nos damos.

28 de abril de 2009

El gran golpe

Faltaban 3 días para que cumpliera 7 meses, ese fin de semana estaba previsto que mis dueños me llevaran a la romería de San Antonio Abad para que me bendicieran. Era miércoles, 23 de enero, y Alicia y yo pasábamos la mañana juntos como siempre hacíamos, luego ella se iría a trabajar y un ratito después llegaría Camilo y pasaríamos la tarde juntos. Era un perrito de lo más feliz, y mis dueños estaban cada vez más contentos conmigo. A pesar de mi corta edad ya no me hacía pipí ni caca en casa, había aprendido a esperar tranquilo y sin hacer destrozos cuando ellos salían porque entendía que no tardarían en volver y que siempre intentaban planificar su tiempo para que pudiéramos estar los tres juntos. Era además un perro sanísimo, un cachorro regordete y fuerte que nunca jamás me había puesto malo de nada, ni un vómito, ni un catarrito, ni una diarrea, el único motivo de alarma que les había dado a mis dueños era el que les producían mis pedos, que consideraban más tóxicos de lo normal, aunque a mí no me parecía la cosa para tanto.

Era feliz y como era feliz era también cariñoso, confiado y muy seguro de mí mismo. Nunca había llorado, nunca nadie me oyó llorar, no lloré cuando me fui de casa de mamá, ni la primera noche que pasé en mi casa, ni tampoco lloré cuando me dejaron solito para irse a trabajar, nunca lloré cuando me golpeaba contra un mueble echando una carrera o cuando un perro más grande me daba un buen revolcón jugando, ni se me saltaban las lágrimas cuando me separaban de Miflor después de pasar la tarde revolcándonos juntos, no sabía lo que era el dolor ni el del cuerpo ni el del alma.

Esa mañana fuimos a casa de la mamá de Alicia para hacerle unos recados, ya digo que, por aquel entonces, Alicia y yo eramos como Marco y el mono Amedio, dos que alegres iban sin separarnos para nada, se valía de que era cachorro, le echaba morro y me entraba con ella a todos lados. Después de ir al banco y de pasar por Correos, volvimos a casa de la mamá de Alicia, una casa increible para un perro, con escaleras, patios, llena de habitaciones y recovecos, y con una gran azotea. Ese día subí arriba, a la azotea, por segunda vez en mi vida. La primera vez subí atado, pero esa vez Alicia me dejó suelto. Salí como un rayo corriendo hasta que me topé con un muro, no muy alto, lo podía saltar, pero me paré y miré lo que había al otro lado, más azotea, bien. Me giré y vi otro muro, ah, pensé, igual que este, a por éeeeeel, y allá que me fui y salté con toda mis fuerzas, estiré mis patitas delanteras, pisé el muro y me propulsé con las patas traseras, pero al otro lado no había suelo, había un gran agujero, era un patio interior y allá que iba yo volando como Supercan directo al vacío.
Oí su grito, Leeeenoooon, la oí correr, y entoncés ¡¡¡¡Plofff!!!, sí digo plof y no cataplof ni cataplam ni patapumba, porque el ruido que hice al parar mi vuelo, dos plantas más abajo, fue algo así como plof, sólo plof. Volví a oir su voz llamádome, oí que se acercaba corriendo escaleras abajo y tras unos segundos apareció por la puerta del patio, se quedó en silencio, no lloraba, no dijo nada, me recogió muy suavemente y entonces empezó otra carrera, la carrera al coche y la carrera al veterinario, yo sabía que estaba en sus brazos, que me dejaba en el asiento del coche, que me hablaba, que me decía que me quería, que no me iba a pasar nada, que ya llegábamos donde me iban a curar, y de pronto me miró y me dijo: "lennon, lennon, ¿estás bien, mi amor?". No podía moverme, ni hacer nada por ella, porque entendiera que estaba ahí, a su lado, vivo, aunque me sentía muy lejos. Ella pensaba que estaba muerto.

Fuimos a una clínica nueva para mí, la clínica veterinaria del pueblo, la que estaba más cerca, me sacó del coche y entró corriendo conmigo en brazos e inmediatamente pasamos a una sala y se vinieron sobre mi tres chicas encantadoras pero con la decidida intención de hacerme la puñeta, me tocaron y me apretujaron todo el cuerpo molido, me afeitaron la pata, me pincharon y me enchufaron a una botella, un horror, entonces me di cuenta de que ella seguía allí, callada. La chica que más me había tocado, empezó a hablar con ella, no entendí todo lo que le dijo, pero sí varias palabras que yo conocía: "está bien" y "esperar". Después de oir eso Alicia rompió a llorar a mares, me asusté, nunca la había visto antes así y pensé que también a ella le tenía que estar pasando algo muy malo, intenté levantarme pero no podía, aún así conseguí girar mi carita ensangrentada y mirarla, era la primera vez que conseguía moverme desde que caí. Cuando me vió dejó de llorar y me abrazó como siempre, como Marco a su mono Amedio.

Estuve todo el día en la clínica, me sentía fatal, con la pata vendada y enchufado a un tubo, no podía moverme, me dolía todo el cuerpo y además en varias ocasiones me llevaron a otras salas para hacerme otras pruebas, más pinchacitos, más tocaditas. El mejor momento del día fue cuando apareció Camilo, me dio un alegrón tan grande cuando lo vi entrar que saqué fuerzas y conseguí levantarme hasta quedar sentado. Me lo comía a besos cuando acercó su cara, estaba contento porque estábamos los tres juntos y porque sabía que si él estaba allí no iba a permitir que me pasara nada malo. Ya me dolía menos el cuerpo. Luego me dejé dormir.

Salimos de noche de allí, Camilo me llevaba en sus brazos, aunque hacía un ratito que había conseguido caminar, con gran esfuerzo, pero caminar, e incluso me había echado una meada soberbia en la puerta de la clínica, sin embargo aún estaba muy atontado y dolorido, así que salí hacia mi casa en sus brazos. Me quedaban por delante unas semanas largas de recuperación y descanso, de paseos cortitos y de mucha vergüenza porque no me podía controlar y me volví a hacer pipí en casa, unas semanas aburridas en las que no pude ver a ninguno de mis colegas, ni a Miflor, ni correr, ni saltar, pero también fueron unas semanas de muchos mimos, de mucha paciencia, de muchas atenciones y muchas golosinas, así que no las recuerdo con desagrado.

Aquel día me marcó, porque algunas cosas cambiaron, algunas a peor como que cambió mi salud y fortaleza, y otras a mejor porque también cambió mi clínica veterinaria y desde entonces siempre voy a la clínica de las chicas encantadoras que hicieron todo lo posible y lo imposible por mí y mis dueños en aquellas horas que pasamos todos juntos el miércoles 23 de enero de 2008. En la clínica todos me llaman "el paracaidista". ...Ah, se me olvidaba, aún no sé lo que es llorar

Durante mi convalecencia

13 de abril de 2009

Pillado in fraganti

Parece increíble, pero ya tenenemos las pruebas. Se confirman los rumores que apuntaban a que la relación de Lennon con la jaca Paca no era, tal como había declarado él, puramente amistosa. Hemos conseguido las fotografías exclusivas de la tórrida pasión que están viviendo.

¿Qué pensará Miflor, la novia de toda la vida de Lennon, cuando vea estas imágenes?
Este joven y apuesto cocker al que no se le conoce ocupación, salvo la de relamerse los mismísimos, y que vive a cuerpo de rey gracias al dinero de sus dueños, de jarana en jarana y montándose a todo lo que se menea, se ha ganado a pulso el título de Paquirrín del mundo rosa perruno.

Ni Lennon ni la jaca Paca han querido hacer declaraciones ante la inminente publicación de estas fotos, pero no nos extrañaría verlos pronto en algún programa televisivo dando explicaciones a golpe de talón. De momento les dejamos con las imágenes que confirman esta relación y que no dejan margen para la duda.




Lennon y Paca, hace un mes, cuando aseguraban que entre ellos sólo había una bonita amistad.

¡¡¡Pillados in fraganti, sudorosos y desmelenados!!!

30 de marzo de 2009

Robert Fitzgerald "Rabito"

Robert Fitzgerald "Rabito" es un perro viejo, engreído y arrogante. Camina de una manera tan peculiar que sólo la podría imitar un caballo pura sangre. Robert Fitzgerald "Rabito", a pesar de su aristocrático nombre, tiene un oscuro origen, su madre era una vagabunda y su padre nunca se supo quién fue, a él y todos los hermanos los recogieron, con muy pocos días, distintos vecinos del mismo pueblo, y todos tuvieron una suerte dispar. Sin duda, Robert Fitzgerald "Rabito", a quien a partir de ahora llamaré R.F.Rabito, fue el más afortunado, creció entre algodones y dispuso de todas las comodidades posibles .

R.F.Rabito es mi hermano "legal" por parte de dueña. No vivimos juntos, él vive en casa de la familia de Alicia. Cuando ella se fue y quiso llevarlo, el pobre Rabito sufrió un crisis nerviosa de tal intensidad que sólo se puede comparar a la que sufrió el día que me vió por primera vez entrar corriendo por su casa. No le gustan los cambios, los viajes, los coches, el campo, la playa, ni las fiestas populares. Adora su vida tranquila y rutinaria y tampoco le gustan los extraños, ni los vecinos, ni los veterinarios, ni las peluqueras. El viejo gruñón no para de ladrar y protestar cuando está en presencia de extraños, cuando está en presencia de conocidos que lo ignoran, y, sobre todo, no para de ladrar cuando estoy yo en su presencia y consigo más atención. Es muy envidioso y pretencioso. Está ciego de un ojo, tiene una úlcera de estómago, apenas puede masticar y está lo suficientemente cojo para que tengan que llevarlo en brazos para bajar o subir unas escaleras, pero sin embargo no tan cojo como para no poder saltar arriba y abajo de las camas y sofás cuando nadie le vé.

Mi dueña lo adora y su familia lo adora también. Camilo no lo puede ni ver, pero tiene sus motivos, R.F.Rabito le intentó mear una pierna el día que lo conoció, él es así, creo que tiene también algo de próstata, aunque su familia lo justifica diciendo que es muy territorial y va marcando sus posesiones, ... tonterías. Yo le tengo el cariño justo que se le debe tener a un hermano putativo y el respeto necesario que se merece un perro mayor, de más edad quiero decir, porque R.F.Rabito no levanta un palmo del suelo. Nunca me ha hecho mucho caso, e intenta actuar como si yo no existiera, me ningunea, pero no se lo tengo en cuenta y siempre lo saludo con besos y alegría, además sé que en el fondo me aprecia, pues mira hacia otro lado cuando me zampo su comida y me bebo su agua y, a mí, ese gesto de generosidad me parece suficiente muestra de afecto por parte de un perro con el carácter que tiene mi hermano Robert Fitzgerald Rabito, a quien Dios guarde muchos años.

Camilo y Alicia

Camilo y Alicia son las personas que más quiero del mundo. Quiero a otras personas, claro que sí, por ejemplo, quiero mucho a Asier, el hijo de Camilo, y a la mamá de Alicia. También hay personas que me caen muy bien y a las que siempre es un placer encontrar, como son los dueños de muchos de mis congéneres, especialmente destacaría a las dueñas de Miflor, la perrita de mis sueños. Otro tipo que siempre me gustó es el señor Guillermo, el encargado de mantenimiento del edificio donde vivo, aunque nunca consiga acordarse de mi nombre, siempre me saluda con respeto, cariño y sin ninguna afectación, como si yo, perro como soy, fuera un vecino más y mereciera la misma consideración. Pero volviendo a lo que decía al principio, de entre todos los seres humanos hay dos que para mí son fundamentales y esos son: Camilo y Alicia.

Vinieron a por mí, los dos solos, una tarde de principios de septiembre. Una tarde emocionantísima desde mi punto de vista, aunque todos los humanos que me rodeaban estaban un poco melancólicos. Mis futuros dueños se sentían algo culpables de separarme de la que hasta ahora era mi familia; y a los dueños de mi mamá les daba pena verme ir, aún tan chiquitín, hacia un futuro que les parecía incierto. Los únicos que estábamos contentos eramos mi mamá y yo. Ella porque definitivamente perdía de vista al último hijo que le quedaba en casa, bueno, todo hay que decirlo, no sólo era el último, sino también el más gamberro. La pobre mamá respiró tranquila cuando me vió subirme a aquel coche y desaparecer por la esquina, aunque en el fondo sé que tanto a ella como a la tía Noah se les encogió un poquito el corazón. Por mi parte, yo estaba excitadísimo, era un jovencito soñador e independiente que se marchaba de casa a conocer mundo y vivir mil aventuras. Al fin había llegado mi hora. Después de ver partir poco a poco a todos mis hermanos, ya pensaba que nunca llegaría mi momento, pero no me fallaron, llegaron esa tarde a llevarme hacia un nuevo mundo, una nueva vida que sería nuestra, de los tres, ya nunca estarían sólos, ahora me tenían a mí.

Todo lo que he aprendido se lo debo a mi mamá, a Alicia, a Camilo y a un perro que un día me crucé y me enseñó a levantar la pata para mear. Son los pilares de mi educación y han forjado mi carácter. Desde aquella tarde en que me recogieron para llevarme con ellos a su casa, Camilo y Alicia nunca han dejado de preocuparse por mi bienestar, me han alimentado, me han dado cariño y cuidados médico-estéticos, me han presentado a gente nueva y me han dejado hacer amigos y enemigos, me han llevado a la playa, al monte, a la nieve, a la ciudad, de viaje, de compras y todos los días de Dios paseamos y jugamos juntos. A pesar de mi personalidad impulsiva, con el tiempo me he acostumbrado a observarlos con calma para entender lo que quieren o esperan de mí. También ellos me observan durante largos ratos, les debo resultar muy entretenido e incluso diría que me encuentran irresistible, porque esos momentos en los que me dedican largas miradas suelen terminar con alguno de los dos abalanzándose sobre mí para colmarme de besos y caricias. Tal vez nos hemos observado tanto durante este año y medio que llevamos juntos, que podría decir que hemos terminado pareciéndonos, van dejando su huella en mí y yo en ellos. Tengo el mismo corazón grande y cariñoso de Camilo y la misma naturaleza alegre y despreocupada de Alicia. Camilo dedica mucho tiempo a jugar conmigo, al escondite, corriendo, a tirarnos juguetes, echando peleas, también es el que anda más preocupado por mi aspecto personal y se encarga de acicalarme, desparasitarme y mantenerme siempre hecho un pincel. Alicia se preocupa más por mi progreso intelectual, prefiere enseñarme cosas que considera de gran utilidad y a mí particularmente me parecen absurdas, pero el ratito que pasamos juntos aprendiéndolas siempre es divertido y gratificante porque me colma de golosinas, así de esta manera he aprendido a sentarme, dar la patita, echarme y a girar, aunque de momento sólo hacia la derecha. Estas lecciones que me da, junto con mi desarrollado espíritu observador me han permitido alcanzar un nivel de entendimiento del español que calificaría de principiante avanzado, y aunque todavía no lo hablo todo se andará.

10 de febrero de 2009

Hola, me llamo Lennon

Hola, me llamo Lennon y soy un cocker spaniel inglés, eso pone con claridad en mi cartilla veterinaria, aunque desde mi punto de vista soy sólo un perro. Lo de Lennon fue cosa de mis dueños, lo de cocker spaniel inglés fue cosa de mis padres.

Mi madre se llamaba Panchi, y nos trajo al mundo, a mí y a mis 6 hermanos, el 26 de junio de 2007. Por lo que siempre oí contar se portó como una campeona y mientras estuvimos a su cuidado nos alimentó y protegió con mucho celo. También recuerdo de mi primera infancia a la tía Noah, que era una perra también, pero no como mi mamá, Noah era grande y blanca y tenía más años ... y también mucha más paciencia con nosotros, porque mami nos regañaba a menudo, pero Noah nos consentía y nos dejaba hacerle mil perrerías. Recuerdo esos días con alegría y emoción, creo que fueron lo que los humanos denominarían muy felices, pasábamos los días entre juegos, sueños, comiditas, descubrimientos sorprendentes, mimos y lametones y de nuevo más juegos con mis hermanitos.

Venía mucha gente a vernos a casa de los dueños de mi mamá y algunos de los visitantes nos empezaron a poner nombres y a poner especial atención en unos y no en otros. Nunca olvidaré el día que los vi a ellos por primera vez, bueno, sí que me hubiera olvidado, pero en casa lo cuentan tan a menudo que lo exacto sería decir que me he aprendido de memoria lo que pasó el día que los vi a ellos por primera vez, a mis dueños, digo. Llegaron unos 10 días después de que naciera, hacía muy poco tiempo desde que nosotros no andábamos a ciegas y empezábamos a descubrir mundo. Estábamos comiendo de mamá y se acercaron muy despacito, nos miraban entre comentarios de exclamación y risas, la verdad es que pensé que serían unos más de los muchos que venían a observarnos jugar, dormir, comer, pero de repente, sucedió algo distinto para mí. El dueño de mi mamá me separó de mi familia mientras mamá nos alimentaba y me cogió en sus manos, vaya gracia que me hizo, incluso me asusté un poco, luego me puso en las manos de ella, de Alicia, y esta inmediatamente me colocó de nuevo junto a mi mamá, mientras Camilo miraba, ... no sé si fue un acto simbólico humano o qué carajo pretendían escenificar , pero yo tuve que empujar como un campeón para volver a mi sitio entre mis hermanos y pillar algo que llevarme a la boca. Volvieron luego con regularidad, eso sí afortunadamente, nunca más en la hora de la merienda, siempre nos encontraban jugando y me empecé a acostumbrar a su presencia, aunque el rollito ese del pasamanos que se traen los humanos con nosotros nunca me gustó. Me alegro de haber llegado a la edad adulta y de tener el peso necesario (incluso algo más del necesario) para que ahora los humanos se lo piensen dos veces antes de intentar cogerme en brazos. La última vez que vinieron de visita a casa de mi mamá venían acompañados, con niños, esos seres chillones, impredecibles, meticones, y maravillosamente dotados de una capacidad para jugar, correr y saltar sólo comparable a la de un perro. Ese día oí mi nombre por primera vez, Lennon. Y tal vez también en ese momento empecé a entender que pronto iba a formar parte de otra familia.

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