Los posts del blog

Los posts del blog

30 de marzo de 2009

Robert Fitzgerald "Rabito"

Robert Fitzgerald "Rabito" es un perro viejo, engreído y arrogante. Camina de una manera tan peculiar que sólo la podría imitar un caballo pura sangre. Robert Fitzgerald "Rabito", a pesar de su aristocrático nombre, tiene un oscuro origen, su madre era una vagabunda y su padre nunca se supo quién fue, a él y todos los hermanos los recogieron, con muy pocos días, distintos vecinos del mismo pueblo, y todos tuvieron una suerte dispar. Sin duda, Robert Fitzgerald "Rabito", a quien a partir de ahora llamaré R.F.Rabito, fue el más afortunado, creció entre algodones y dispuso de todas las comodidades posibles .

R.F.Rabito es mi hermano "legal" por parte de dueña. No vivimos juntos, él vive en casa de la familia de Alicia. Cuando ella se fue y quiso llevarlo, el pobre Rabito sufrió un crisis nerviosa de tal intensidad que sólo se puede comparar a la que sufrió el día que me vió por primera vez entrar corriendo por su casa. No le gustan los cambios, los viajes, los coches, el campo, la playa, ni las fiestas populares. Adora su vida tranquila y rutinaria y tampoco le gustan los extraños, ni los vecinos, ni los veterinarios, ni las peluqueras. El viejo gruñón no para de ladrar y protestar cuando está en presencia de extraños, cuando está en presencia de conocidos que lo ignoran, y, sobre todo, no para de ladrar cuando estoy yo en su presencia y consigo más atención. Es muy envidioso y pretencioso. Está ciego de un ojo, tiene una úlcera de estómago, apenas puede masticar y está lo suficientemente cojo para que tengan que llevarlo en brazos para bajar o subir unas escaleras, pero sin embargo no tan cojo como para no poder saltar arriba y abajo de las camas y sofás cuando nadie le vé.

Mi dueña lo adora y su familia lo adora también. Camilo no lo puede ni ver, pero tiene sus motivos, R.F.Rabito le intentó mear una pierna el día que lo conoció, él es así, creo que tiene también algo de próstata, aunque su familia lo justifica diciendo que es muy territorial y va marcando sus posesiones, ... tonterías. Yo le tengo el cariño justo que se le debe tener a un hermano putativo y el respeto necesario que se merece un perro mayor, de más edad quiero decir, porque R.F.Rabito no levanta un palmo del suelo. Nunca me ha hecho mucho caso, e intenta actuar como si yo no existiera, me ningunea, pero no se lo tengo en cuenta y siempre lo saludo con besos y alegría, además sé que en el fondo me aprecia, pues mira hacia otro lado cuando me zampo su comida y me bebo su agua y, a mí, ese gesto de generosidad me parece suficiente muestra de afecto por parte de un perro con el carácter que tiene mi hermano Robert Fitzgerald Rabito, a quien Dios guarde muchos años.

Camilo y Alicia

Camilo y Alicia son las personas que más quiero del mundo. Quiero a otras personas, claro que sí, por ejemplo, quiero mucho a Asier, el hijo de Camilo, y a la mamá de Alicia. También hay personas que me caen muy bien y a las que siempre es un placer encontrar, como son los dueños de muchos de mis congéneres, especialmente destacaría a las dueñas de Miflor, la perrita de mis sueños. Otro tipo que siempre me gustó es el señor Guillermo, el encargado de mantenimiento del edificio donde vivo, aunque nunca consiga acordarse de mi nombre, siempre me saluda con respeto, cariño y sin ninguna afectación, como si yo, perro como soy, fuera un vecino más y mereciera la misma consideración. Pero volviendo a lo que decía al principio, de entre todos los seres humanos hay dos que para mí son fundamentales y esos son: Camilo y Alicia.

Vinieron a por mí, los dos solos, una tarde de principios de septiembre. Una tarde emocionantísima desde mi punto de vista, aunque todos los humanos que me rodeaban estaban un poco melancólicos. Mis futuros dueños se sentían algo culpables de separarme de la que hasta ahora era mi familia; y a los dueños de mi mamá les daba pena verme ir, aún tan chiquitín, hacia un futuro que les parecía incierto. Los únicos que estábamos contentos eramos mi mamá y yo. Ella porque definitivamente perdía de vista al último hijo que le quedaba en casa, bueno, todo hay que decirlo, no sólo era el último, sino también el más gamberro. La pobre mamá respiró tranquila cuando me vió subirme a aquel coche y desaparecer por la esquina, aunque en el fondo sé que tanto a ella como a la tía Noah se les encogió un poquito el corazón. Por mi parte, yo estaba excitadísimo, era un jovencito soñador e independiente que se marchaba de casa a conocer mundo y vivir mil aventuras. Al fin había llegado mi hora. Después de ver partir poco a poco a todos mis hermanos, ya pensaba que nunca llegaría mi momento, pero no me fallaron, llegaron esa tarde a llevarme hacia un nuevo mundo, una nueva vida que sería nuestra, de los tres, ya nunca estarían sólos, ahora me tenían a mí.

Todo lo que he aprendido se lo debo a mi mamá, a Alicia, a Camilo y a un perro que un día me crucé y me enseñó a levantar la pata para mear. Son los pilares de mi educación y han forjado mi carácter. Desde aquella tarde en que me recogieron para llevarme con ellos a su casa, Camilo y Alicia nunca han dejado de preocuparse por mi bienestar, me han alimentado, me han dado cariño y cuidados médico-estéticos, me han presentado a gente nueva y me han dejado hacer amigos y enemigos, me han llevado a la playa, al monte, a la nieve, a la ciudad, de viaje, de compras y todos los días de Dios paseamos y jugamos juntos. A pesar de mi personalidad impulsiva, con el tiempo me he acostumbrado a observarlos con calma para entender lo que quieren o esperan de mí. También ellos me observan durante largos ratos, les debo resultar muy entretenido e incluso diría que me encuentran irresistible, porque esos momentos en los que me dedican largas miradas suelen terminar con alguno de los dos abalanzándose sobre mí para colmarme de besos y caricias. Tal vez nos hemos observado tanto durante este año y medio que llevamos juntos, que podría decir que hemos terminado pareciéndonos, van dejando su huella en mí y yo en ellos. Tengo el mismo corazón grande y cariñoso de Camilo y la misma naturaleza alegre y despreocupada de Alicia. Camilo dedica mucho tiempo a jugar conmigo, al escondite, corriendo, a tirarnos juguetes, echando peleas, también es el que anda más preocupado por mi aspecto personal y se encarga de acicalarme, desparasitarme y mantenerme siempre hecho un pincel. Alicia se preocupa más por mi progreso intelectual, prefiere enseñarme cosas que considera de gran utilidad y a mí particularmente me parecen absurdas, pero el ratito que pasamos juntos aprendiéndolas siempre es divertido y gratificante porque me colma de golosinas, así de esta manera he aprendido a sentarme, dar la patita, echarme y a girar, aunque de momento sólo hacia la derecha. Estas lecciones que me da, junto con mi desarrollado espíritu observador me han permitido alcanzar un nivel de entendimiento del español que calificaría de principiante avanzado, y aunque todavía no lo hablo todo se andará.

El chat del blog

El chat del blog
Deja tu comentario, tu opinión, tu frase, tu grito o tu ladrido, será un placer leerlo

ShoutMix chat widget

Los vídeos del blog