Si me dieran a elegir, los elegiría sin dudarlo. Sin embargo, la historia de que mis dueños me eligieran a mí es una historia más bien confusa. Me gustaría pensar que siempre quisieron tener un perrito como yo, un cocker rubio y más chulo que un ocho, pero no es así.
El comienzo de la historia es muy sencillo, tenemos a una pareja de maduritos, Camilo y Alicia, que emprenden una vida juntos y que esperan sea muy feliz, a ambos le gustan los perros, pero sólo uno, ella, quiere tener perro, él no quiere, el casero del piso en el que viven tampoco quiere. Llegados a este punto sin salida, ella se consuela mirando las páginas de las protectoras y buscando anuncios de animales con fotos, así pasa horas durante meses, viendo fotos de perritos y soñando con tener uno de ellos, cualquiera le vale. Toda las fotos se las va enviando al correo electrónico de su pareja, sin desistir, día tras día durante meses, la muy puñetera, hasta 5 correos diarios con fotos de perros adorables y mirada tierna. Evidentemente, eso no hay ser humano que lo resista sin que se le ablande el corazón, y ahí fue cuando Camilo durante un paseo y tras cruzarse con un cocker dijo las palabras clave que me pondrían a mí en el camino de sus vidas, dijo algo así: “si tuviera un perro, lo más pequeño que aceptaría que fuera sería un cocker, es un perro precioso y simpático para su tamaño”. Alicia sólo le contestó, “sí, es verdad, son muy bonitos”, pero dentro de su cabeza los cielos se habían abierto, sonaban campanas y a lo lejos cantaba un coro: Aleluyaaa!!!. Camilo aceptaba tener un perro, un perro en concreto, pero en definitiva un perro. Ahora sabía el camino, sólo había que hilar fino y la oportunidad perfecta no tardaría en llegar.
El viernes 6 de julio de 2007 se publicaba, en una página de anuncios por internet, una foto de mi mamá, conmigo y mis hermanos, teníamos una semana de nacidos y buscaban dueños para nosotros. Mi mamá estaba guapísima en la foto, su mirada noble y limpia traspasaba la pantalla y cuando Alicia la vió, supo que era ella, sólo ella, la que podía terminar de doblegar el corazón a Camilo. Le envío la foto al correo electrónico. Cinco minutos después sonaba el teléfono, era él: “Venga, sí, ¿quieres uno de esos perritos? Pues vale, sí,”. Ese momento es inolvidable, ese momento en que toman la decisión y hablan rápido y se preguntan y se responden, y se ríen y se vuelven a preguntar si están seguros y se vuelven a decir que sí, que quieren a uno de esos perritos, ese momento es uno de los más felices de sus vidas ... pero entonces .... ella dice, una hembra, y él que no, un macho, y ella dice que prefiere hembra y él que no, que ya tuvo una, y ella que no, que ha tenido 4 machos, que no y que no, pues tú verás, pero hembra no, ¿hembra no? ... bueno, vale, que voy a llamar enseguida, bien, ah, y que sea dorado, .... ¡jolín, parece mentira, te recuerdo que tú no querías tener un perro!. Cuando Alicia llamó, todas las dudas estaban aclaradas, las conjunciones planetarias se habían aliado conmigo, el único resultado posible de esas decisiones era yo, el menda, el único macho dorado de toda la camada.
El viernes 6 de julio de 2007 se publicaba, en una página de anuncios por internet, una foto de mi mamá, conmigo y mis hermanos, teníamos una semana de nacidos y buscaban dueños para nosotros. Mi mamá estaba guapísima en la foto, su mirada noble y limpia traspasaba la pantalla y cuando Alicia la vió, supo que era ella, sólo ella, la que podía terminar de doblegar el corazón a Camilo. Le envío la foto al correo electrónico. Cinco minutos después sonaba el teléfono, era él: “Venga, sí, ¿quieres uno de esos perritos? Pues vale, sí,”. Ese momento es inolvidable, ese momento en que toman la decisión y hablan rápido y se preguntan y se responden, y se ríen y se vuelven a preguntar si están seguros y se vuelven a decir que sí, que quieren a uno de esos perritos, ese momento es uno de los más felices de sus vidas ... pero entonces .... ella dice, una hembra, y él que no, un macho, y ella dice que prefiere hembra y él que no, que ya tuvo una, y ella que no, que ha tenido 4 machos, que no y que no, pues tú verás, pero hembra no, ¿hembra no? ... bueno, vale, que voy a llamar enseguida, bien, ah, y que sea dorado, .... ¡jolín, parece mentira, te recuerdo que tú no querías tener un perro!. Cuando Alicia llamó, todas las dudas estaban aclaradas, las conjunciones planetarias se habían aliado conmigo, el único resultado posible de esas decisiones era yo, el menda, el único macho dorado de toda la camada.

Después hubo que convencer también al casero, pero eso dice Alicia que fue muy fácil, mucho más que convencer a Camilo que le llevo varios meses, el tiempo necesario para que viniera yo al mundo.